Te contaré la historia del granjero chino que compró un caballo. Poco después, el caballo escapó y un vecino le dijo al granjero – ¡Qué mala suerte! – El hombre respondió – Mala suerte, buena suerte, ¿quién sabe?
Días después el caballo regresó y trajo consigo una manada de caballos salvajes. Su vecino al ver los caballos le felicitó por su buena suerte. El granjero respondió – Buena suerte, mala suerte, ¿quién sabe?
El granjero regaló uno de los caballos a su hijo. Su hijo lo montó y de repente cayó de espaldas rompiéndose así una pierna. – ¡Qué mala suerte! – Dijo el vecino. El granjero respondió – Mala suerte, buena suerte ¿quién sabe?
Días después el Emperador llamó a filas a todos los jóvenes capaces para luchar en la guerra. El hijo del granjero se libró. – ¡Qué buena suerte! – Buena suerte, mala suerte, ¿quién sabe?
Todo depende de cuando acabe la historia. Y esa es la única cosa en la vida que podemos predecir, lo único que sabemos realmente.
Sabemos que la historia de todos tiene el mismo final.
La muerte.